jueves, 29 de noviembre de 2012

... De la vida.

Si tuviera que elegir entre un beso tuyo y la vida misma, yo... bueno...

... sí. Digo: No. Bueno... eh... yo... gracias a Dios no tengo que elegir.

Manuel, ¿quién soy yo?

  ¿Quién soy yo? Si no es un conglomerado de sentimientos tuyos, Manuel.
  ¿Quién soy? Si no es tu risa, Manuel, tu aliento, tu fortaleza.
  ¿Quién, Manuel? ¿A quién me parezco?
  Si no es a la dicha de tenerte, a tu camisa celeste, a la dulce agonía de esperarte en pie de guerra.
  ¿Manuel?
  Desaparezco, Manuel, ven que me acabo, me muero: tu llegada me pulveriza.
  Eres eclipse y desde aquí luces lejano, insospechado.
  Ven, que no quepo, que no río, Manuel. Hazme saber que has vuelto.
  Responde, ¿quién soy yo, Manuel? ¿en quién transfiguro en tu ausencia?

martes, 27 de noviembre de 2012

Soy.

A tu lado, yo:

Soy una angustia rezagada, un aliento maligno. 
Soy la escultura y su escultor.
Soy el viento y soy marea. 
Soy tantas cosas, aquí, allá, donde quieras.
Soy porque me haces, porque nos hacemos.
Seremos.
Playa, montaña, bosque: soy y seré siempre.
Soy porque me nace, porque muero, por un pretexto.
Soy el misterio y me visto de negro.
Soy la herida lacerante, tu tercer costado, allí, pegada a tu cuerpo.
Soy esencia y perfume. Soy sólido y vapor.
Cálida y me congelo.
Soy y seré: perduraré.
Soy superficie y gravedad, aérea y terrestre.
Soy nada y me vuelvo todo. Me desintegras.
Soy tensión y relajación. 
Un cuerpo, masa, átomos o materia (quizá un conjunto de ellos).
Soy porque me haces ser: Infinita y estrecha; amplia y comedida.
Yo soy. 
Yo: seremos 

lunes, 26 de noviembre de 2012

... De la vida.

¿Y dónde quedaron las ganas de besarte?

domingo, 25 de noviembre de 2012

... y aún así.

... y aún así te espero
sentada en el sofá
al pie de la cama
rayando el concreto
contando los vacíos en mi cuerpo
llenando los huecos de tu ausencia.

... y aún así hago un espacio a mi lado para ti
en la cama
en la mesa
en la bañera
afuera, amor, donde nos pega el sol
adentro, allí, frente a la chimenea.

... y aún así te espero
asomando la cabeza por mi ventana
echando vistazos al garaje
acostada en el suelo
peinándome el cabello.

... y aún así te cedo de mi cobija
te digo: "buenas noches"
te preparo el café negro
te preparo el baño
compro el periódico
me pongo el conjunto negro y rojo

... y aún así no te veo.
No apareces.
No te asomas.
Te me pierdes.
Aún así,
aún y con esta adoración
tú no estás,
tú te vas.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Renaciendo.

    Y llegaste en el momento justo, cuando escapaba de la inminencia de perderme en el vacío de la frustración, cuando sin dejar huellas iba cruzando un camino sin rumbo, cuando en la angustia dejaba descansar mi espíritu. Llegaste cuando te necesitaba y no lo sabia, cuando mi batalla quise compartir, justo allí, tú llegaste: con tu sonrisa, con tu inocencia, con tu luz eterna, la luz divina, esa que alumbra y no alumbra, esa que es perfecta y no alardea, tu luz llena de inocencia e ilusión. Llegaste a mí cuando precisaba un apoyo, cuando necesitaba que me dijeran cuán maravillosa puedo ser, llegaste a llamarme "bella", "hermosa", llegaste para recordarme que existo, que respiro, que más cerca de lo que creo tú estás allí, para salvarme, para desechar mi pasado, mis penas, mis tristezas, ese amor no correspondido. Llegaste con tu ilusión a cuestas, con tu guitarra imaginaria, con tu energía aplastante, tu humildad y sencillez, con palabras bonitas, con un repentino amor a mi pasión por escribir. Llegaste ahora, y ahora es perfecto. Llegaste en el momento justo, cuando una lágrima rodaba por mi mejilla, cuando tus manos estaban cerca para secarla. Llegaste y, en tu llegada, sentí que también regresaban a mí las ganas de amar a un hombre, las ganas de amarte a ti.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Contigo o sin ti, da igual.

"No te vayas... vete"    

   Contigo no hay forma, no hay manera. Contigo la vida entera carece de ambigüedades  y ¿qué somos los mortales sin ambigüedades?, quizá desiertos, quizá abismos.
    Ya te lo he dicho, contigo no se puede, aunque no es ese mi problema, el conflicto está en que sin ti... bueno... sin ti tampoco puedo, tampoco podemos. Nada resulta.
   Soberano problema el mío, el nuestro, el de los que nos rodean. Contigo o sin ti: da igual, yo no puedo.
    Puedes irte o regresar. Puedes tocar a mi puerta o llamar. Puedes, mira, si te da la gana, abrazarme o desaparecer; igualmente no puedo, no me sale nada bien, todo eso te incluye o no lo hace. ¡Qué torpe, qué tonta!, contigo o sin ti, da igual y no lo da. Sea de noche o de día, da igual, o quizás no.
    Contigo, felicidad y desazón. Sin ti, felicidad y desazón.
   Puedes venir y quedarte; puedes irte y abandonarme. El caso es que: Contigo, mira... bueno... no: Igual no puedo, no hay manera. Tan sólo nos queremos.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

... Curiosidades: ¡Quita la mirada de misericordia!

    Hoy volvieron a mirarme con esa cara de lástima y sorpresa cuando mencioné el hecho de que estudio dos carreras. La verdad es que el asunto hasta me da risa, aún no he llegado al nivel en que veo una cuerda y ya quiero guindarme del techo con ella. Aún estoy, se podría decir, consciente en todos los aspectos de mi vida, o al menos en la mayoría de ellos, yo qué sé...
    ... el asunto es que la siguiente pregunta después del odioso: ¿y tienes vida social?, siempre, SIEMPRE, será: ¿y tienes novio? A lo cual siempre respondo con sinceridad, aunque últimamente he estado pensando en ponerme creativa, no sé, inventarme una novela y contarla, quizá de esa manera la mirada de misericordia y piedad cambiaría a una que esté excitada o emocionada ante lo contado.
    Por ahora, el asunto sigue ocasionándome risa... y, por si acaso: Sí tengo vida social (sólo viernes, sábados y domingos, y entre semana cuando no es temporada de exámenes. Gracias).


Palabras van, palabras vienen.


      Es difícil empezar a hablarte cuando tus ojos señalan una inmensidad abrumadora y, aunque quisiera decir tantas cosas, parece que mi cuerpo se halla indispuesto para pautar el tan anhelado y pospuesto inicio.
       Te cuento, aquí en mi interior, palabras van, palabras vienen, pero ninguna queda. No digo que huyan de ti, a lo mejor es mi inexperiencia la que las ahuyenta. Ve tú a saber. Pero es que soy tan quisquillosa cuando se trata de ti, entonces, de manera deliberada, voy desechando las frases, las oraciones, tantas articulaciones, y tú entre pícaro y expectante esperas que yo dé el salto. ¿El salto? Sí, mira, quiero que entiendas eso, ¿sí? Lee con atención: Esto que hemos estado formando, cuando te dejé entrar a mi vida como algo más que un amigo, cuando me confesaste tus intenciones y yo no te alejé -como suelo hacer con otros hombres-, sino que procuré mantenerte atado a mí. Cuando te di entrada a mi casa, cuando estrechaste un saludo con mi padre y besaste la mejilla de mi mamá, todo esto es para mí muestra suficiente de ese remolino en reversa que siento arrasar en mi interior. Es por ello que a veces considero insuficientes mis palabras, no las  tuyas, pero trato de lidiar con ellas por ti, porque me importa.
      Mira, presta atención, aquí dentro de mí: palabras van, palabras vienen, pero es cuestión de tiempo mientras me acostumbro a tu presencia, mientras veo cómo de poquito en poquito tu mirada irá volviéndose necesaria, mientras siento tu mano alojarse en la mía, con cautela, pero sin poder ocultar las ansias.
      ¿Ves? ¿Ahora lo entiendes? A veces siento que tengo tantas cosas que decirte que no sé por dónde empezar, y temo que las dudas extiendan un vacío en tu pecho, que quizá te canses de mis balbuceos, de esa incertidumbre que deposito en ti. ¿Es notable ahora? Contigo, palabras van, palabras vienen, no puedo evitarlo, pero sí puedo esperar que la costumbre me haga hablarte con fluidez, mientras mis secretos transmutan para ser tuyos también. ¿Ya entiendes? 
      El caso es que, aunque no he dicho casi nada y tú has sido el motor que ha impulsado esta relación, debes saber que hay una confusión de sentimientos rondando en mi interior. Diariamente converso con ellos y juntos hemos llegado a la conclusión de que estoy lista, basta de tontos balbuceos, de palabras atascadas en mis labios, basta de todo eso. Hagamos que estas palabras se queden, porque así lo hemos decidido nosotros.

Una dedicación anónima.

... De la vida.

Mira, aquí en casa no dejan de preguntarme por ti, y desde la sala yo observo tu figura vislumbrarse en la pronunciación de tu nombre, ese que viene y va, pero suele quedarse hasta la noche, justo antes de irme a la cama.

martes, 20 de noviembre de 2012

La palabra con "S".

   La palabra con "S" guía tus impulsos, creo que siempre lo ha hecho. Esa palabra de cuatro letras marca la diferencia entre tú y yo, he allí nuestro problema.
   No hace falta que con tanto desespero busques en mí algo que sabes que no te daré, no por mi corta edad, no por mi inocencia -que creo que por ti ya hasta perdí-, tampoco por falta de tiempo o confianza, todo eso es irrelevante. Resulta que lo imperativo aquí es que sé muy bien que no soy importante en tu vida, y mira, escucha bien, idiota, mi embobamiento no ha llegado al punto de eclipsar mi sexto sentido; ese que entiende, ese que usa la lógica, el que avisa.
   Entiendo tu curiosidad ante lo nuevo, el ansia por lo prohibido, la incertidumbre por descubrirme de una forma que jamás imaginarías. Me hallas interesante, confusa, misteriosa. Al menos sé que te gusto en gran proporción, que de vez en cuando me piensas y te desgarran las ganas de conocerme un poco más a fondo. Quieres llegar a donde antes ningún hombre ha llegado, pero la presencia de la palabra con "S" me recuerda que a fin de cuentas eres hombre, y el misterio por descubrir no es mi sonrisa, sino las dimensiones de mi cuerpo, la extensión de mi espalda, la distancia de mis piernas, la simetría de mis caderas. Y tan sólo ahora lo sé.
   Hombre, no busques más en mí tus deseos, no pienso canalizar tus energías. Muérete de la curiosidad, pero, por lo que más quieras, no me alejes, no me dejes, sigue presumiendo mil misterios, especulando curvas, imaginando fantasías. Aquí, en nuestra intensidad, la palabra con "S" siempre será nuestra eterna compañera.

domingo, 18 de noviembre de 2012

... De la vida.

Todos tenemos un amor platónico...
                           ... justamente por eso de ser "platónico"

... De la vida.

No hay forma de perderte...

... ni buscarte. Ni encontrarte. 
¡Contigo no hay forma!

... Curiosidades: Eran celos, admítelo.

    Esa mañana el sol nos pegaba directamente en la cara, no recuerdo qué día de la semana era, pero las clases ya habían acabado y estábamos sentados en las gradas de la cancha de fútbol. Vestíamos el uniforme escolar característico para el último año: camisa beige, tú pantalón azul marino y yo la falda del mismo color. Se acercaba la hora del almuerzo y yo esperaba a que mi papá pasara por mí. Yo estaba sentada un poco más arriba y tú en el escalón siguiente. Tu espalda me daba la cara, aunque ya acontecidas veces me habías hecho saber lo importante que era yo para ti. 
    El silencio nos envolvía, ya no recuerdo qué hacía allí a solas contigo -siempre le huía a esa situación-, y la verdad es que tú parecías tranquilo, el simple hecho de tenerme cerca, aunque no habláramos, parecía que te mantenía en paz, para ti era suficiente, y yo tan indiferente.
    En ese momento mantenía una conversación por mensajes con un viejo amigo de la primaria, tú estabas enterado, no había por qué mentirte al respecto, ese muchacho con el que mantenía una conversación tan informal por celular, no era más que eso: un viejo amigo. Aún así, tú siempre habías estado renuente al papel que él jugaba en mi vida, de vez en cuando y como quien no quiere la cosa, tú emitías comentarios e indirectas en su contra, y yo tranquila, pacífica, tan sólo reía, para mí no había forma de que esa sencilla amistad causara celos en ti, puesto que a aquel muchacho no lo veía desde el 3er grado.
    La mañana transcurría en silencio, y recuerdo que en un momento decidiste sentarte a mi lado y empezar a leer mis mensajes, pensé: "No hay problema, no tengo nada que ocultar". Quizá mi indiferencia para contigo y para con él fue el problema, y es que no entiendo por qué, pero en ese momento mi amigo decidió jugarme una broma: "Yo siempre te voy a esperar", dijo, "para que lo tengas presente". Aunque el mensaje me desconcertó, tu actitud lo hizo aún más, recuerdo cómo cambió tu cara, pasó de estar tranquila por mi compañía a colapsarse de rabia ante lo leído. Me sentí abrumada, no podía creer que te hubieses molestado por eso, pero debes admitirlo, tú debes aceptarlo ahora mismo: tú no estabas molesto, tú estabas celoso. Eran celos. Recuerdo que decías que no eran celos, que en lo absoluto él te causaba esa emoción, pero ahora yo lo entiendo todo: lo tuyo esa mañana, fue un ataque de celos.
    Creo que fue la primera vez que me ignoraste, creo que fue la primera vez que callaste ante mí, creo que fue esa vez la primera en que yo tuve que irme a casa confundida, quizá con unas disculpas atragantadas en la garganta, pero no lo sentía así, no sentía que debía pedir perdón, no así, no por algo tan pueril.
    Recuerdo haber quedado en silencio y lentamente ponerme de pie para irme lejos de ti, estaba dividida entre tus celos y mi irrevocable idea de que no tenían fundamento. Mientras caminaba, otro mensaje llegó a mi celular: "Veo que no has respondido. Si mi mensaje te incomodó, disculpa, todo era un juego...". Casi me volteo y te grito desde donde estaba: "¿Ves, idiota? ¡Todo era un juego!", pero no lo hice y gracias a Dios fue así.

viernes, 16 de noviembre de 2012

¡Cónchale, no es ni mediodía!

    Detesto que vengas tú a hablarme y que de que "estás muy ocupada", no haces nada, no trabajas, el vago de la escquina podría ser tu amigo, te da lo mismo el dinero, lo gastas, no inviertes, y todos los demás somos unos idiotas. Detesto eso de que nunca estás satisfecho, mira, tú te quejas y yo me quejo, tú gritas y yo grito, tus rabias las pagas conmigo, soy una especie de esponja, absorbo tu mal humor y mi cuerpo te detesta. Mira bien la hora, asómate por la ventana, no es ni mediodía y ya estás de regreso en la cama, y aquí los mortales, los que nos partimos la espalda estudiando o trabajando, somos tan "superficiales", y tú detectas esos momentos en los que debes usar la cabeza, y huyes atormentado, y yo pienso: "Si vas a hacer algo, ¡cónchale! ¡Házlo bien!". Resulta que no me da risa una mala nota, eso me saca de quicio, me decepciona, sé que puedo dar más. Resulta que no es gracioso que te burles de un animal. Resulta que uno quiere salir a la calle y no aguantarse al intento de guardia sádico que hay frente al Banco. Detesto eso. Detesto que todo te ponga de mal humor, que me digas que no. Mira, ya medio mundo sabe que crees que estás súper buenísima, ok: Supérate. Detesto que la tipa esa que atiende se mire las uñas y ponga mala cara: "¡Dos palabras, mi linda! ¡No es tan complicado! ¡Buenos días, chama, buenos días!". Detesto que, encima de todo, tenga yo que sufrir por amor. Mira, ya tengo bastante: los problemas en casa, la Universidad, que si me va a quedar tal materia y me he roto el lomo para los estúpidos exámenes, que si tengo que hacer comida, que si mi profesor es un irresponsable, que si hago un amigo y el tonto ya cree que nos casaremos dentro de tres años; mira, no es ni mediodía y ya mi noche se me hace insoportable. No es ni mediodía y me da tedio pensar en qué pasará mañana. ¡Cónchale! Detesto tu mal humor, es como un virus, flota en el aire: ¡Relájate! 

Esos días en que quieres morder, golpear o quizá empujar por una barranco a toda aquella alma inocente que se te atraviese por tu malhumorado camino,
todo eso, 
antes del mediodía.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Es cuestión de lógica.

    

    Para ti es oportuno y necesario el Te quiero, en cualquier momento, en cualquier espacio. Para ti todo debería ser a tu gusto y disfrute, que si los dos en la terraza, que si un encuentro nocturno, que si "solitos" los dos besándonos... y yo: "Está bien". Y tú: "Qué seca". Y yo: "... pero he dicho que sí quiero". Y tú: "Es sólo la forma en que lo dices". Y mi cabeza pensando: "O sea, ¿quién es la mujer de la relación? ¿tú o yo?". Pero ¡qué va!, el caso perdido está si se trata de encontrarte cuando te necesito, o cuando la urgencia de tenerte me hunde en el vacío de mi almohada. Es que no hay forma de llenar las lagunas de tus misterios, ni con estas ganas inmensas ni el empeño de mi obsesión. No hay forma. 
    Para ti sigue resultando propicio el encuentro mil veces pautado, y lo peor del asunto es que las ganas no se friegan, no aminoran, como que las desgraciadas aumentan en proporción, aumentan en decibeles, en potencias ensordecedoras, en ondas súpersonicas, ¡yo qué sé!, pero la urgencia del verano pasado admite un desequilibrio mental, como que sí, como que ajam... ¡epa! algo no anda bien por aquí. Como que haces falta, como que dependo de esa masa amorfa que es un beso tuyo. Como que aquí la desolación me va acabando y el Te quiero te va odiando, y la terraza se cae a pedazos y ya yo no soy seca, sino que me evaporo. No existo. La urgencia escala por mi espalda, llega hasta mi cara y pellizca mis mejillas sonrojadas. Y yo: "Te quiero, sí, sí, como sea. Te quiero mucho, te quiero un millón, te quiero un Universo entero, pero ¡APARECE!". Y tú: "Qué seca". Y yo: "... pero si acabo de decirte que Te quiero". Y tú: "Es sólo la forma en que lo dices".

martes, 13 de noviembre de 2012

... De la vida.

Palabras, ¿qué hago con ellas, si en el silencio de mi corazón puedo interpretarte un monólogo entero?

Púgil de almas.

   Debo decir que su sonrisa noqueó mi alma entera, mientras pedacito a pedacito yo iba recogiendo por quintogésima vez los restos de mi vida pasada.
   A él la danza le favorecía los pies y el combate amoldaba su espalda, no había un ayer ni un mañana, para ese hombre todo era el hoy. Hoy vuelvo a noquearte el alma, te beso y juntos descubrimos qué viene después. Hoy nos escapamos. Hoy la luna y el sol en un par de horas. Hoy una montaña y la playa, un ángel y un demonio. Hoy amarillo, azul y rojo. Hoy el frío quema. Con él todo es posible hoy. Con él la noche y el día convergen. Con él las cuatro estaciones se entremezclan y las azucenas y las rosas, los tulipanes y girasoles, con él: Todos florecen. Con él hay llanto y alegría, miseria y riqueza. Ese hombre, con su sonrisa que noquea, lo puede todo.
   Él lo hace todo posible y aquí su amada observa expectante. Ella observa con ansias a que llegue su momento...
   ... momento de que su amor, ante los ojos de ese hombre, se haga posible, tanto como si el cielo y el infierno intercambiaran saludos formales.

Esos hombres que parece que con su sonrisa ya tienen el mundo ganado...
... y un par de anhelantes pretendientes por allí.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Muchacho impulsivo

     

    Resulta que tú y yo somos muy diferentes, y aún así el destino decidió nuestro encuentro. Hablando de destino, ¿sabías que la palabra "Destino" proviene del verbo latín "destinare", término usado en el tiro al blanco para referirse a la "meta"? Paulatinamente, eso se convirtió en "hado", es decir, una fuerza incambiable que determina lo que pasará en el futuro. Yo creo que eso fue lo que nos pasó, ese círculo vicioso de hablarte y sentir que de lejos tú podías escuchar siquiera el eco de mi voz... y sí, te hablo a ti, muchacho impulsivo, a ti que te escucho en la voz de Syd Barret, a ti que te gusta conocer la historia de todo y has compartido conmigo tus gustos, esos tan contrarios a los míos.
    Solías adular mi sencillez, pero para disimular luego venías y me tildabas de fría e inexpresiva. Cosas sencillas, muchacho impulsivo, cosas que me gusta recordar. Hey, pero te informo, hay quienes encuentran confort en el frío, tanto así como hay quienes sintonizan History Channel y le encuentran lo divertido, ¡já!, ¿sabías tú que History fue estrenado el 1 de enero de 1995 en Estados Unidos?, quizá no lo sabías.
    Esto no es para recordarte -ya que no hacen falta cosas materiales-, esto es un homenaje a nuestra extraña amistad, la nocturna, la que madrugaba, la que en espera del encuentro se frustraba. Esto es para ti, muchacho impulsivo, una pequeña muestra de lo que percibo de ti, de tu historia, de tus sonrisas y sus motivos, porque tú apareces dibujado o desdibujado en tantas cosas superficiales, siendo tú tan real. Tú en la fotografía. Tú escuchando a Pink Floyd. Tú en la historia del arte. Tú en el impulso que me trago. Tú, siempre tú, interpretando decididamente tu papel. Artístico, apasionado, ¿cómo hago? Si es fácil encontrarte en las palabras más bonitas del diccionario, y, aunque lo he intentado, no logro hallarte en lo misterioso, porque siento que me has mostrado tu verdadera essentia. Aspirante a músico sin disciplina, fotógrafo de tradición, ¿te cuento un secreto? Es el destino el que nos unió...

... o quizás fue un impulso de esos, tan tuyos.

Para Jesús Daniel "Dani", 
de Angelica.


 Pink Floyd - "Wish you were here"
Nota del autor: ¡Qué cosa más difícil de escribir!


    

De regreso a mi estrella.



Tú llegas, asaltas una de mis tardes con tu sonrisa y yo sumisa te doy la bienvenida. Si supieras cómo brillan tus ojos desde donde te veo surgir: casi como linternas, casi como faros. Sencillamente, no hay forma de perderme un instante de ti. Es entonces cuando nos posamos frente a frente y tú bajas la mirada hasta mi menuda presencia, respirando casi con tedio, no haciendo nada, y así, con desinterés, enviándome de regreso a mi estrella. Y yo pienso: "¿Cuándo lo conquistará mi entusiasmo? ¿cuándo valorará mi empeño?, si, mientras tanto, él continúa resultando confuso, siempre sonriendo con la tentación de lo intocable. Él seguirá alentándome a intentarlo una vez más, y otra; aunque, como de costumbre, me enviará de regreso a mi estrella, Y YO SUMISA, TRANQUILA, lo veré sonreírme de nuevo desde la cima del Universo, desde donde parece posible enamorarlo y su maldad no me toca.

martes, 6 de noviembre de 2012

Todo lo que termine en "mente"...

Así, lentamente, voy a darte mi corazón.
Así, sutilmente, sin apuros, sin tabúes te entrego mi amor.
Así, con firmeza, te arrebato la exhalación. Así, con certeza, tú has indagado mi alma entera.
Así, pacíficamente, te confío el primer beso, amor.
Así, como si nada, pausada y metódicamente, tú has llegado y a mis labios has secuestrado.
Así, misterioso, cauteloso, meticuloso, arrasaste voluntades, acabaste muros de fuego, derrumbaste castillos de oro y has entrado en mí. Has puesto tu trono.
Así, sutil, en contra de todos.
Así, te vi, infinitamente tan, tan, tan de mí.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Ojos verdes.

    

    Tú allá y yo aquí. 
   Debes saber que, mientras tanto, mi vida sigue igual, aunque confieso temer al día de vernos, ¿cuántas posibilidades hay de verte una vez y no extrañarte el resto del año? Tú ya sabes mi miedo, y ahora, dime tú, ¿cuál es el tuyo, ojos verdes?
   He decidido quedarme en tu vida, aunque la distancia ocasione leves molestias a mis cinco sentidos, y es que cuatro de ellos están negados de ti. No te veo. No te escucho. No te siento cerca. No percibo tu fragancia, ¿cómo es? ¿podrías tú describir tu olor? No digas que no. ¿Y si te lo pido hablando inglés británico o mientras te cuento mi día?
   Yo te digo: "Ojos verdes", y tú sueltas un suspiro, y en esa sensibilidad veo la distancia recortarse un poco, de pronto me doy cuenta que llegué a ti con una carga y ahora me siento más ligera, y las aves vuelan, y el sol que me alumbra, de repente entiendo que es el mismo que te alumbra a ti, ese mismo que proyecta tus ojos en mi pared, como una película casera, con un hip hop sonando de fondo. Así... lentamente, voy sintiendo que ya no estamos tan lejos, te siento más cerca de mí, ¿tú no?
    Tomemos esa distancia y desechémosla, que haces falta en la mañana, en la tarde y en la noche. Haces falta cuando llueve, cuando acampa, cuando de repente te busco y no te hallo y en mi temor apareces con un "Ale", con un "bella", y siento esos 450 Km disminuir. "Tú eres como un príncipe, ojos verdes", la distancia es sólo cuestión de tiempo.
    Con gusto te invito a conocer mis ojos castaños, los inocentes, los "cuchis", los que aún esperan encontrarte frente a ellos.

Para Daniel, de Ale.

(malnacida distancia, tu existencia me sofoca)

jueves, 1 de noviembre de 2012

Suicidio.

    El problema es que de vez en cuando te pierdo entre la gente y, desde donde te observo con sigilo, el calor consume ideas y frustra planes. Es un suicidio constante buscarte, cuando siempre te he considerado un alma libre. Parece ser importante para mi cama que de vez en cuando tú la visites, tú la llenes.
    Aquí no se trata precisamente de la rutina ni la costumbre, que los lunes llegabas cansado de la universidad y te sumergías en tus cosas sin dejarme paso, no. Aquí no se trata de la comida para dos abandonada en el microondas, no, para nada. Mucho menos este tema va a la par con el de tu ropa ausente, de nuevo te equivocas. Todo este asunto es problemático, afecta mi vida entera. No puedo estudiar. No me dejas ser quien era.
    Pero claro, debía "dejarte ir".
    Aquí en la realidad, la única opción es escribirte. Confrontar a los autores silentes. Tener un tú a tú con la cruda soledad. Quizás esperar. De vez en cuando esperar. Y, mientras tanto, la cama seguirá esperando,  la comida desintegrándose, la casa cayéndose a pedazos; y tú: Tú en tus zapatos.

A tu manera.

Me gusta más a tu manera
tu manera de buscarme y sigiloso encontrarme
tu manera de besarme y con picardía sujetarme.

Me gusta más a tu manera

cómo sostienes mi mano, cómo enlazas nuestros dedos
Me gusta cuando dices: "Hagámoslo a mi manera" y,
a continuación, es a tu manera como nos amamos.

Es a tu manera este mundo

sólo sobrevive quien no contradice reglas
Me gusta más a tu manera
tu manera de sonreírme y silencioso arroparme
tu manera de emular el quinto beso como si fuera el primero
tu manera de ilusionarme y cuidadoso abrazarme.

Me gusta más a tu manera.


Este poema va dedicado a la primera persona que lo leyó.
Para ti, será siempre inédito: José C.