martes, 31 de julio de 2012

... Curiosidades.

Un día de estos se acordará de mí y caerá en cuenta de que me he ido de su lado, como loco buscará mi regreso y mi regreso le negaré.
Un día de estos anhelará mi abrazo y cruelmente lo dejaré congelarse ante la tempestad. Dudoso lo encontraré, pero mi abrazo no le ofreceré.
Un día de estos él vendrá buscando besos inexistentes y, a diferencia del pasado, hoy no se los daré.
Hombre, tú, ¿quién te crees que eres? 
En el futuro, de seguro, desaparecerás, así... similar a como fue en el pasado.

... De la vida.

Dímelo a la cara...

... sí, sí... eso mismo: 
Que sigues enamorado de mí.

domingo, 29 de julio de 2012

Odio amarte.

      ¿Por qué hoy de nuevo acudo al dolor? De nuevo me estoy lastimando con tu recuerdo, expectante como la peor masoquista ante ese Te Amo que va dirigido a ella y no a mí. ¿Dónde demonios está mi coraje de ayer? ¿Dónde dejé el odio y la rabia que sentía hacia ti ayer por la noche? ¡Quiero aquello de vuelta para odiarte más! Pero no puedo, ya no... todo eso despareció y sigo pensando en ti. Es lo único que me queda en la soledad y aunque duele, allí estoy de nuevo, pero ahora todo luce peor que antes, me veo sumida en la oscuridad, parece que ya no hay vuelta atrás. 
       Tan poco me costó enamorarme de ti y ahora sufro por ser la tercera, la cuarta, la quinta en tu vida, ¡yo qué sé! Y ese es justamente el problema: Yo no sé nada de ti; y hiere, esta historia hiere mi orgullo, hiere mi resistencia y cada día decaigo ante tu sonrisa, pero no vale la pena. Sé que siempre voy a decaer, sé que contigo no vale decir "No", contigo el "Sí" es la respuesta rápida y placentera... pero quiero odiarte. Hoy más que nunca quiero que seas todo lo que odio de ti para ya no amarte.
       Quiero recordarla a ella cada vez que seas tú quien visite mis pensamientos. Quiero ver ese Te Amo ajeno cada vez que sucumba ante tu sonrisa. Quiero de regreso el odio que por ti sentía cada vez que mi celular no suene. Quiero tantas cosas, pero, sobre todo, quiero que este dolor valga la pena, y un día... algún día, cual sea, por fin pueda yo ganar tu olvido y dejar de amarte.

No es lo mejor que he escrito, 
pero cuenta una historia personal.

jueves, 26 de julio de 2012

En horario de oficina.

    

En horario de oficina muchas veces te pienso, te repienso, te ultrapienso, hasta que ya no me quedan más prefijos por usar, con las pequeñas hojas de colores vibrantes me entretengo y de nuevo te paseas sonriente por el recuerdo que en mi cabeza va reproduciéndose como una película muda. Tú sueles decir que pierdo la noción del tiempo y reprendes mi continua distracción, pero cómo no olvidarse del tiempo y los deberes con una sonrisa así como esa que de manera informal me regalas cuando nos vemos. 
    Los libros y tareas olvido de vez en cuando y me invento excusas para el trabajo. Entre el estudio y la oficina -que es nuestro sitio de encuentro-, no hallo en ellos tus caricias, entonces me molesto, con los compañeros, con el jefe, hasta con el café caliente, ¿por qué no vienes un momento? Un beso tierno y ya, prometo concentrarme y dejar de buscar tus caricias, prometo sólo hacerlo mientras me encuentre en horario de oficina, de resto, te busco siempre, en cada esquina, sobre cada superficie, te busco hasta que te canses y te escondas, voy detrás de ti, justo allí... pero prometo, de verdad, prometo concentrarme siempre y cuando sacies tú la sed que has desatado.
Ya sabes, siempre y cuando resuelvas tú tu problema.

... Curiosidades: Si es de ruido, que sea el de mi casa.

     

     Ahora que estoy lejos extraño el ruido particular, los gritos que se elevan a tres voces, como cantantes, poetas callejeros y abogados frustrados a mitad de un caso, todo aquello bajo un mismo techo. 
     La música siempre suena, la algarabía nunca acaba. Ves un piano en la esquina, un par de fotos en la repisa, leyes en su lugar, recetas en la cocina, y piensas: "Es mi casa, sin dudas lo es". He visitado otras casas, pero me parecen tan silenciosas, tan tranquilas, yo amo el ruido de la mía, los gritos de mis hermanas, las peleas de siempre, los juegos de vídeo y pienso: "No hay nada como esto". Y de hecho, no hay nada como aquello, es por ello que, si de ruido hablamos, ¡que sea el de mi casa!

... De la vida.

Regálame palabras si quieres hacerme feliz. No hay regalo más sencillo que un "Hola" y un "Adiós".
En cambio, si quieres verme triste, regálame silencios, no hay nada peor que eso.

Hay palabras.

     

     Hay palabras que no son dichas y los ojos no gritan, ¿qué hacer con esas palabras? Si son como armas de doble filo que cortan sentimientos, como las tijeras cortan papel. ¿Qué hacer? Si esas oraciones deformes se han atascado en mi garganta y aguardan orden de salida. ¿Qué hacer? Si he convertido las confesiones de amor en esas que le haces a Dios, mucho peores, llenas de vergüenza y rareza.
     Hay frases que digo y no significan nada y allí dentro llevo estampadas otras miles de cosas necesarias para ti, pero sobre todo para mí. No es cortés de mi parte decirle al cuerpo que aguante, acontecidas veces te he tenido sólo para mí y he dicho puerilidades, he jugado al vacío intento de mantenerte atento ante las señales, pero de nuevo recuerdo: Juego al amor, practico el amor, apuesto al amor con un Don Nadie... pero, ¿qué hacer? Si has sido a quien eligió mi silencio y allí, poco a poco, te colaste en mis poemas como un invitado especial, sin aviso previo, sin formalidades.
     Hay palabras de mí, para ti, guindadas en el tendedero, regadas por la sala de mi casa, tras los gabinetes y dentro de ellos, en todas partes, menos en ti; todas ellas escondidas, cada una incapaz, con la vista nublada no hay mucho que decir, con el corazón congelado no hay nada, pero... ¿qué hacer? Si te he visto como agua, fluyendo de un lado a otro, sin parar, sin detención. 
     Hay tantas cosas que tan sólo dejo trazadas en papel y nunca he dicho ni diré, y me frustra verte allí sentado, sonriéndome solamente, entre aburrido y deseoso; y pienso: Estas palabras que no digo y que mis ojos no gritan... ¿cómo te las hago llegar, cómo logro que las padezcas? 
     Hay palabras de palabras...

martes, 24 de julio de 2012

Esta noche soy él.

   La soledad me gusta si viene acompañada de tus recuerdos. El rechazo me recuerda que trato temas de amor con un idiota, y si hablamos de anoche... ¡Ay, Dios mío! Me siento la peor pecadora...
    Es que cada fin de semana descanso toda la tarde, me levanto a las cuatro, me doy un baño, salgo, me seco el cabello: largo y lacio, como creo que te gusta. Luego escojo la ropa, una falda, un pantalón, el escote muy bajo, el cuello alto; de repente mis gustos ya no son míos, sino tuyos, me pongo en tu lugar, intentando descifrar qué te gusta más. A la final, pienso en general: Hombre + mujer con falda= Atracción mortal. Vengo, me pongo la falda, la blusa de negro, poco maquillaje, los ojos delineados de negro, las mejillas rosadas, los zapatos altos, los zarcillos color marrón, me veo en el espejo y me pregunto: ¿Es suficiente para ese hombre tan absurdo? Automáticamente pienso: "Si no lo es... no me importa" ¡Y qué tontería pensar así! Cuando he pasado toda la tarde tomando sus decisiones, pensando como él, intentando comprender su psicología y a la final "no me importa", ¿eso es lo que digo? ¿Acaso mi amor lucha por parecer rebelde? Si es así, ¡qué idiotez! Si cuando llega la noche y me esparzo el perfume por el cuerpo, concentrada en mi cuello y hombros, deteniéndome un poco a mirar mis labios en el espejo y a acariciar mi piel en busca de la suavidad exacta, si cuando hago todo eso, lo hago porque soy él, porque deseo que él vea lo que yo veo, que él piense lo que yo pienso, que él haga lo que yo anticipo de su mirada, y me imagino que, mientras me dice otro "Te quiero", también me lleva a un lugar privado, solos los dos y que susurrante me dice al oído: Estás hermosa esta noche; mientras va buscando mis labios, mientras va en busca de ese lugar inhóspito, ese desierto tan seco, tan sediento, tan anhelante de su visita... él va... va y me besa suavemente. Toca mi cintura y desata un escalofrío. Va ahora a mi cuello y lo besa de la misma manera. Ese idiota besa como me lo imaginaba... ¡y más! Besa despacio, midiendo, acariciando espaldas, brazos, cintura y cuello... mi cuello perfumado. Entonces pienso: "Todo funcionó. Bendita seas tú, mi falda preferida". Bendita sea ella, la psicología de los idiotas.

lunes, 23 de julio de 2012

Espejismos.

   


     Ahora que la noche cae, lentamente dejo cerrar mis ojos y me sumerjo en la nada.
    Cuando amanezca besaré la superficie de tu espalda y aquella sublime gloria me sabrá a la lluvia de ayer que aún reposa sobre mis labios. Entonces, quizá sonría, quizá me olvide de la hora y juguetee con la humedad del espejo empañado en el baño; quizá te deje un mensaje, todo depende del humor, quizá entienda que no vale la pena o me engañe creyéndolo conveniente...
    Con todo aquello: la mañana ya no sería un problema. El problema sería reencontrarme contigo. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué lo planeamos tanto?
    Sobre las tres de la tarde, un poco antes de las cuatro, prepararé una taza de café, tomaré una cobija y me sentaré sobre el sofá. Allí, frente a nuestra ventana y con la vista sobre el paisaje, atravesaré las barreras del tiempo, traspasaré la estela terrenal, indagaré una mirada angelical. Traeré un reporte, o escribiré un libro: páginas colapsadas de irrealidades, dedicatorias con tu nombre, lectores imaginarios, tinta inexistente.
    ¿Qué hay más allá del paisaje? Me preguntaré. ¡Levántate y descúbrelo!
    ¿Por qué mi taza de café está vacía? ¡Levántate y llénala!
    Al llegar la noche, regresaré de mi viaje, atravesaré el camino centelleante, de golpe me veré de nuevo en casa y lentamente me levantaré del sofá, le daré mi espalda a la ventana -que no es ventana en sí, SINO UNA PUERTA a la fantasía, al mundo sin tiempo, a la tierra sin ti-; entonces escucharé una vocecita que me dice como un murmuro: "Imagina, ¡apresúrate! Ya es tarde por la noche y se acerca la hora de la nada, la hora exacta y decisiva. Los minutos reales. ¡Vamos! ¡Levántate y deséale buenas noches al espejismo que descansa sobre tu cama!"

Cuesta adaptarse a su ausencia, 
vivimos engañándonos para hacernos creer 
que aún sigue allí con nosotros.
Y no es así.
Cuando el amor te deje: ¡Déjalo ir!
Cuando desees llorar: ¡Llora!
Si quieres gritar: ¡Grita!
Tus deseos son el equivalente de tus acciones.

Soledad alterna.

Tú que eras solitario y yo una aventurera. Tú que rezabas todas las noches antes de dormir, y yo que sólo miraba las estrellas. Tú, cuyo credo era un libro de poesía; y yo... que no tenía creencia alguna. ¿Cómo fuimos a enamorarnos? ¿Cómo nos encontramos? Quizá era yo "la flor marchita de tus poetas", el pecado en tus oraciones. Y tú... tú el control, tú el fondo de mi cielo, mi credo. Te aseguro que si algún día la vida decide separarnos, allí en mi mochila -bajo los restos vacíos de mil noches- llevaré siempre conmigo a Neruda, y tú... tú ya no estarás solo, tú siempre contarás conmigo... tú ya no serás un solitario.

domingo, 22 de julio de 2012

Princesa.



"Princesa", me llamas
A tu nombre, te llamo.

Besos: prometes
Besos: espero.

Mentiras: dices
Verdades: Creo.

Visitas: Ofreces
Visitas: Deseo.

"Princesa", no reina.
Tu nombre, ¿qué más quieres?

Te quiero,
mas no Te Amo.

"Princesa", dices
¡Cómo no! Resoplo con ironía.
¡Cómo no! Te digo entre mentiras.

Un beso




jueves, 19 de julio de 2012

... De la vida.

Te veo en todas partes, en el gesto divertido de mi amiga, en un par de ollas, en el nombre que lleva el taller cerca de mi casa, en dos tenedores, en mi mp3, y para colmo te llamas José.

domingo, 15 de julio de 2012

Solíamos.

     Solíamos jugar a ser novios; yo me reflejaba en tus ojos verdes, esos redondos como platos, mientras tú te jactabas de haber conquistado a la "niña imposible". Aquellos tiempos sagrados no los cambio por nada, aunque nunca nos besamos y tampoco nos abrazamos. Seguro que el nuestro fue el noviazgo más corto de la historia de nuestra escuela, lleno de tanta inocencia, colmado de carreras por el pasillo del liceo y la incómoda sensación proveniente de las miradas inquisitivas de nuestros compañeros de clase. Jamás te dije "Te quiero" y hoy se lo digo todo el tiempo a un idiota que me trae loca; seguro tú ya tienes otra, ¡es que han pasado tantos años! ¡Tanto tiempo! Ha pasado una eternidad desde la última vez que vi esos ojos tuyos: Grandes, pícaros, de niño sonrojado, del "cerebrito del salón", de sangre europea, pequeña mirada enamorada, ligada a la mía color tierra, esa misma que te esquivaba, que te jugaba "quiquiriwiki", que a veces se tornaba odiosa, negligente, rebelde y otras veces era sumisa, dulce, tierna... como debía ser a esa edad, a esa corta edad.
   Solíamos jugar a pelear y siempre me dejabas ganar. La maestra me sentó a tu lado todo ese año y, para rematar, me pidió que te ayudara a redactar, la cual era tu debilidad. En el recreo: no te veía, jugabas fútbol con tus amigos y yo saltaba el avionsito con la cuerda de hipócritas de mis amigas. Una vez me llamaste al celular de mi mamá, recuerdo haber sentido ganas de golpearte muy fuerte. Ese noviazgo imaginario, tú lo terminaste y yo salí a festejar "mi libertad", ¡qué adorables! Tú amigo quizá me quería igual, pero ¡qué va! Yo solía... solía tener sólo ojos para ti.

A un viejo amor del pasado.

jueves, 12 de julio de 2012

Ciencia de sentimientos irregulares.

   Sublime la sensación de habitar en tu abrazo.
   Calidez la que exhalas, que propicia la cercanía, que acelera el paso de mil palpitaciones y arremete contra mí, que no soy más que una masa.
   Hombre de múltiples facetas, he indagado en las posibilidades de un olvido, he buscado manuales y libros, pero ninguno me habla de la atracción, ninguno susurra tu nombre. Creo una ciencia única de ti, esa que enseña a desviar la atención de la principal atracción. Creo que proviene de ti la magia sumisa del roce de pieles, la pasión silenciosa que escala las paredes y, sobretodo, ésta incomodidad en el pecho, la sed de mis labios, que recuerda cultura, química de 9no grado, física, fórmulas matemáticas, ciencias que intentan e intentan, deducciones de corazones plasmadas en libros mentales: Ciencia de sentimientos irregulares.
   Ternura la que robas de los niños y conviertes en picardía.
   Malicia la que respiras y en tus ojos va creándose. El aire te envuelve, y yo envuelvo al aire.
   Si de ti dependiera todo esto, júralo, no te daría señales.
   Pues como hoy todo nace de ti... esto es un escrito para un ángel, un alma inocente, y pecador sin pecados mortales.

martes, 10 de julio de 2012

... Curiosidades: Ojos nocturnos.

   Era un sábado por la noche, acababa de llegar de Maracaibo y me propuse hacer algo diferente esa noche, salir, divertirme, escuchar buena música. Ya saben, dejar a un lado los libros y enciclopedias y enfocarme en pasarla bien.
   Estaba logrando mi cometido.
   La música sonaba fuerte, el local donde me encontraba, que era una barra-restaurante, lucía oscuro, a penas iluminado por las escasas luces de la calle que entraban desde los grandes ventanales. Me sentía en una onda relajada, la estaba pasando bien, hasta que algo llamó mi atención: Desde la barra, un par de ojos que creí misteriosos, me observaban sin disimulo. Acepto que tuve que mantener la mirada un par de veces para caer en cuenta de que, de hecho, sí me estaba viendo a mí.
   Aquello me desconcertó, pero no logró incomodarme, tan sólo dejé fluir una sonrisita coqueta entre mis labios para luego desviar la mirada con ademán confiado. 
     La noche avanzaba, la música cada vez me envolvía más. Un trago, o dos. Un sorbo o tres. Varios pasos improvisados, allí, sentada en mi mesa, solitaria, nocturna, seducida y dispuesta a seducir.
   De nuevo la curiosidad mató al gato, y yo era el gato. "Una última mirada, tan sólo para confirmar", pensé, mientras, casi por inercia, mi cabeza se giraba levemente hacia mi costado izquierdo y mi cuerpo volvía a estremecerse al encontrarse con el par de ojos asfixiantes. Para mi sorpresa, no me intimidé, me sentía demasiado relajada como para alterarme; de hecho, me sentí halaga. 
   El muchacho, ese de los ojos de acero, estaba recostado a la barra, bebiéndose su cerveza, un amigo lo acompañaba. Por un momento alcancé a ver a su amigo y ese muchacho sí logró asustarme un poco, pero me mantuve equilibrada. De nuevo desvié mi mirada y me propuse improvisar otro paso. 
   En el fondo: el bajo, la batería, el teclado y la guitarra. Sobretodo el bajo, que acariciaba mis oídos. Recuerdo haber acomodado mi falda, esa falda demostrativa que me gusta tanto; creo que fue un acto reflejo, sin darme cuenta esos ojos ensombrecidos pesaban en mi nuca y tentaban a mi voluntad.
   No sé en qué momento de la noche, empecé a notar algo extraño. De hecho, se lo dije a mi conciencia: "No sé qué pasa, pero hay algo raro por donde están esos muchachos". No me equivoqué.
   El mesero, cuyo nombre le arranqué esa misma noche, iba de la barra hasta su silla y de su silla hasta la barra, inquietándome. Ahora tres pares de ojos me miraban: El muchacho de los ojos penetrantes, su amigo y el mesero, ¡qué miedo!
  Vi al muchacho escribir algo sobre una de las pequeñas hojitas que usan los meseros para anotar sus órdenes, sonreía como quien se acuerda de un chiste muy bueno o algo entretenido que le pasó en el pasado: La adrenalina escalando hasta mi espalda.
   De pronto, todo pasó muy rápido:

- Hola- me dijo el mesero-, el muchacho de la barra te envió un mensaje, ¿te lo entrego o...?

- ¡Dámelo!- le interrumpí entre gritos, esperando lograr que mi voz se sobrepusiera al sonido del bajo. Me pareció que la introducción estaba de más...

   Mientras desplegaba la pequeña hojita verdosa, un ataque inmediato de risa se atascó en mi garganta. Cuando vi el mensaje, aquella diversión estalló en incontrolables carcajadas. Me sentí halagada, hasta bonita, quien quita... hasta interesante.

Lo que hice con aquello, se los dejo a la imaginación.


No sabía si era lo mejor escribir esto aquí, pero ¡qué me importa! 
¡¿Cuándo he dudado de escribir algo?!

lunes, 9 de julio de 2012

Caso perdido.

Nada vale, nada valdrá, sólo tú.

Ya no tiene sentido,
 a fin de cuentas: 
Salvarme ya no es una opción. 

     Caí con gusto por el precipicio, me arrastré sonriente hasta tu amor prohibido, me las jugué todas y hasta ahora no he perdido nada. Nada he perdido, pero es seguro que algo perderé.
     Salvarme ya no es una opción cuando me hallo perdida y feliz en mi perdición, cuando al imaginarme desintoxicada de ti, me veo al mismo instante como una loca, buscando la cura que de tus labios nace y de tus manos florece; esa misma cura que tus palabras sintetizan y se vuelve difícil de encontrar cuando es un abismo el que separa al paciente de su medicina.
     No es preciso que vengas de vez en cuando, un viernes o un martes a hablarme bonito, ¡empeoras mi enfermedad! Eres el creador de este virus, eres cura  y síntomas, también eres reposo, de vez en cuando la mismísima farmacia. Tienes el poder de penalizar mis actos, guardar nuestros secretos y prometer besos de rebeldía, besos por todo el cuerpo, besos en la mejilla, el cuello, la frente, los párpados, los codos, el ombligo y la espalda; es así como yo te imagino... ¡muchas veces te he imaginado! En tu carro cumpliendo tu palabra de hombre, frente a mi casa, en el local de la esquina. Resulta, mi amor, que el síntoma principal de esta enfermedad son las alucinaciones.
     Y ya no tiene sentido salvarme; despertarme en medio de la noche, cuando las pesadillas me causan placer, carece de fundamento. Medicarme cuando la medicina es el mismísimo virus, calentarme cuando me gusta lo gélido de la soledad, matarme cuando eso tan sólo me tranquilizará... nada de eso posee razón. He perdido la cordura y mi locura es superior. Mi locura es tu amor.


A ti...  

domingo, 8 de julio de 2012

... De la vida.

Destino, dices...

... no compliques las cosas, te digo.

jueves, 5 de julio de 2012

Idiotas, en fin.

Amiga,


     Nuestras historias son tan parecidas. Tú vives la ilusión de amar a un hombre mayor, yo vivo la ilusión de ser amada por uno. Él, el señor que te quita el sueño, se sumerge en su poesía, vive por ella, se alimenta de palabras obscenas, habla del cuerpo de la mujer, de su dimensión y su poder. Poeta en fin, ó músico, ¡quién sabe! Malditos poetas. Malditos músicos. Existen para robarnos el aliento, para arrebatarnos la alegría y la indiferencia de estos dieciocho años. Ellos, ambos, esos señores que nos quitan el sueño, convergen con su arte, su forma de expresarse es distinta, pero ocasionan los mismos efectos. Él, mi gran amor, con su guitarra paraliza el tiempo, ocasiona escalofríos, roba sonrisas; el otro, tu gran amor, con su poesía detiene el tiempo, eleva los vellos de tu piel, hurta sonrisas.

     Ambos, artistas plásticos, modelaron nuestros corazones a su antojo y ahora sólo palpitan cuando ellos aparecen frente a nosotras, el resto del tiempo: Morimos, estamos muertas, no vemos, no oímos, ni siquiera pedimos auxilio.

     ¡Qué tontería! Amar sin ser amadas. Esperar sin esperanzas. ¿Ya ves? ¿Ya ves cómo se parecen nuestras historias, amiga? 

     Compremos un par de refrescos, saquemos un par de copas, brindemos por esos hombres y sus formas de expresión, luego hablemos de la Universidad, los muchachos, los pretendientes que sí nos quieren y nosotras no queremos. Hablemos de juguetes, de nuestro período, de revistas de mujeres, moda y accesorios; hablemos de todo un poco... pero nunca de esos señores, poetas o músicos, ¡yo qué sé! 

... artistas plásticos. 

¡Al demonio! ¡Yo brindo por esos idiotas!
¡Salud!

¿Por qué no?

Justo ahora, ¿por qué no un vino?
¿por qué no un brindis?
Me gusta ver las copas vacías sobre la mesa
la voz pausada que pide más.

Justo ahora, ¿por qué no enciendes la música?
¿por qué no un solo de guitarra?
Los recuerdos no tienen pausa
nacen, crecen, se reproducen, pero no mueren.

Justo ahora, ¿por qué no quedamos en silencio?
¿por qué no vemos un par de fotos?
Tu afro, tus viejos amores, los viajes por el mundo
Me gusta verte sonreír.

Justo ahora, ¿por qué no invitamos a Soda Stereo?
¿por qué no una canción de Maná?
Los enanitos verdes, Guns and Roses, Voz Veis
Juan Luis Guerra, Caramelos de Cianuro.

Justo ahora, ¿por qué no?
¿por qué no quedamos descalzos?
¿por qué no nos sentamos sobre el sofá?
¿por qué no festejamos tu cumpleaños?
¿por qué no?


Feliz cumpleaños, 
M. P.